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    Tres veces al día? há sido una tarea casi utópica, y un poco idealista,  pensar que mis hijas o cualquier niño, para darme moral,    va a interrumpir sus juegos a que se entrega después de almuerzo para cepillarse los dientes. Además, por qué lo haría si ninguno (o casi ninguno) de sus compañeros de curso lo hacen?

    El tema, que nos preocupa a los padres, constituye una de las consultas que con más frecuencia se hace a los odontólogos. Qué consecuencias tiene que el niño o la niña no se cepillen los dientes después de almuerzo? Obviamente, lo ideal sería que lo hicieran.
    El consejo de los odontólogos es más flexible de lo que podamos creer, lo importante, dicen, es que se cepillen los dientes dos veces al día. En la mañana, antes de salir de casa y después de tomar el desayuno, y en las noches, antes de acostarse.

    Pero esos dos cepillados deben hacerse bien, y es bien: tres minutos como mínimo cada vez, con la técnica adecuada (los dientes de arriba cepillados hacia abajo, los de abajo hacia arriba), y con el uso de la seda dental. Un gran número de caries se forman entre los dientes, casi a la altura de la encía, sitio en donde queda almacenada la comida que el cepillo no alcanza a remover.

    Esas dos sesiones de aseo dental son suficientes para los muchachos que gozan de una buena dentadura. Sin embargo, la excepción se da en quienes tienen tendencia a sufrir de caries, y quienes están sometidos a un tratamiento de ortodoncia.

    En el primer caso, se ha comprobado que la caries ataca con más facilidad a unos muchachos que a otros. Existe una influencia familiar hereditaria, y también otros factores como la mala nutrición de la madre durante el embarazo y del mismo niño, el descuido, la poca constancia en las visitas al odontólogo y la falta de prevención.

    Estos jóvenes no deberían nunca comer dulces y colombinas. Y sería fantastico que se asearan los dientes cada vez que ingirieran algún alimento, especialmente las golosinas. Pero como esto es bastante idealista, al menos, deberían obligatoriamente cepillarlos después del almuerzo.

    En el segundo caso, los tratamientos de ortodoncia obligan a un aseo aún más minucioso de los dientes. La higiene, que les es enseñada por el especialista, es muy especial. Debe incluir además del cepillo, el uso de pasadores dentales y, cuando sea necesario, de la seda dental.

    Estos jóvenes sí están obligados a cepillarse los dientes inmediatamente después de ingerir alimentos, cualesquiera que sean estos. Los bráckets en una persona que no tiene una excelente higiene dental se traducen en caries. Desde el primer diente El primer paso a dar es el de convencer al niño, cualquiera que sea su edad, de que cepillarse los dientes es uno de los hábitos que mayor bienestar le va a traer.

    Además de sufrir de dolores y molestias con los tratamientos odontológicos, un niño con mala dentadura es un niño nervioso, que se alimenta mal y tiene una deficiente digestión. Cuando pierde un diente, se le dificulta el aprendizaje del habla, no logra pronunciar bien las palabras y tampoco puede masticar bien.

    Pero convencer a un niño de lavarse los dientes no es fácil. Es tarea de los padres lograrlo.

    Otra de sus tareas es la de revisar la dentadura de manera frecuente y periódica. Esto les ayudará a detectar en forma temprana una caries o cualquier otro problema en la boca de sus hijos, y así podrán pedir ayuda a un profesional antes de que aparezcan los dolores, abcesos y otras complicaciones.

    Los dientes de leche o temporales, , que comienzan a brotar a partir de los seis meses, son tan o más importantes que los definitivos. Ellos, por ejemplo, son los encargados de guardar el espacio que se necesitará para que la dentadura del adulto tenga la ubicación correcta, a menos que queramos pagar por costosos aparatos para    que conserven el espacio de la pieza perdida.

    Además de la revisión, los odontólogos aconsejan a los padres que cepillen ellos mismos los dientes de sus hijos hasta que estos cumplan 8 años. Un niño de 4 ó 5 años no tiene la coordinación motriz lo suficientemente desarrollada para hacer todos los movimientos que exige un buen cepillado. Mucho menos se les puede exigir que usen como lo deben hacer la seda dental.

    Después de los 8 años, el niño ha adquirido suficiente destreza para hacerlo solo. Pero, igualmente, allí la vigilancia de los padres es indispensable. A veces resulta tan aburrido pasar tres minutos cepillándose los dientes!
    Otras ayudas tampoco deben olvidarse. La visita al odontólogo por lo menos una vez al año, aunque creamos que no es necesario, las aplicaciones de flúor y los sellantes que el profesional pondrá; el mantener a disposición del niño un cepillo en perfectas condiciones.

    A este respecto, los odontólogos pueden recomendar algún cepillo particular en casos especiales. Pero la norma fundamental es que, cualquiera que sea su forma o color, debe adaptarse a la boca del niño. Hay cepillos muy pequeños para los niños que no han cumplido el tercer año de vida, y aún para los bebés hay dedos de goma con cerdas que nos facilitan esa misión.

    El cepillo debe desecharse cuando las cerdas pierden su forma y parecen pisados por un elefante . Y también debe ser remplazado cuando el niño o el adulto;  ha sufrido de una enfermedad viral, sea esta una fuerte gripa o una hepatitis.

    Estos consejos ayudan a salvar la dentadura del niño. O, en otras palabras, impiden la aparición de caries. Y no son muy difíciles de aplicar. Todo esfuerzo se justifica cuando se piensa que es feliz el niño que acude a la visita del odontólogo simplemente para que lo feliciten porque tiene una excelente dentadura.
    Atención: el exceso de flúor mancha los dientes.

    Alimentos que deberían ser prohibidos: melcochas, chicle, colombinas y caramelos. Es decir todo lo que se pegue a los dientes y sea de difícil remoción.

    Alimentos recomendados: frutas y verduras, proteínas, leche, yogur y demás derivados lácteos.

    Los golpes y las caídas son frecuentes y producen a menudo problemas en los dientes. Si hay fractura, busque de inmediato la ayuda de un profesional.
    No olvide: nuestros hijos deben visitar al odontólogo por lo menos una vez al año. La prevención es nuestra mejor aliada para una dentadura OK.
                                 




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